Debate sobre la estructura y la composición del gobierno

Intervención del presidente del grupo parlamentario Socialistes – Units per Avançar, Miquel Iceta, en el debate sobre la estructura y la composición del Gobierno
Parlament de Catalunya, 6 de junio de 2018

[enlace al vídeo de la intervención inicial]

[enlace al vídeo de la réplica]

Gracias, señor presidente.

Señoras y señores diputados, muy honorable presidente de la Generalitat, bien es verdad que estamos muy satisfechos de poder mantener este intercambio sobre la composición y los objetivos del nuevo Gobierno de la Generalitat. Y aprovecho, de entrada, para desearles a todos ustedes suerte y acierto. Y, si me lo permite, con el tono que uso siempre, si me lo permite la líder de la oposición, espero que no se cumplan los temores que ella ha expresado desde esta tribuna. Porque, ciertamente, ustedes son –tienen que ser– el Gobierno de Cataluña, el Gobierno de todos los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña. Esto no quiere decir que sean un gobierno neutro, esto no quiere decir que sea un gobierno sin ideología, esto no quiere decir que no sean un gobierno determinado a defender unos planteamientos; pero nunca pueden perder de vista que este país, que es plural, es muy rico y diverso, y en él conviven sensibilidades muy diferentes.

La toma de posesión del Gobierno ha comportado de forma automática el levantamiento del artículo 155 de la Constitución. Y usted sabe que nosotros habríamos querido que hubiera sido antes. Desde el 31 de enero podíamos haber tenido nuevo presidente; desde mediados de febrero podríamos haber tenido nuevo gobierno. Hemos tenido más de tres meses más de 155. Hemos discrepado en esto. Ustedes han querido mantener un pulso con el Gobierno de España y con el poder judicial en cuanto a la elección de presidente y en cuanto a la designación de los miembros del Gobierno. Pero finalmente se han visto obligados a aceptar nuevamente que fuera de la legalidad no hay posibilidades de desarrollar una acción política viable. Los discursos lo aguantan todo, pero la realidad es terca: sólo iremos bien cuando discursos y realidad vayan de la mano. Y esto no es rendirse –le cojo la palabra–, esto es aceptar la realidad, sin renunciar a cambiarla, pero desde la realidad. Uno tiene que ser terco con la voluntad, pero no ser ciego ante la realidad. Y no piensen que se lo digo como un reproche ni para hacer valer que nosotros desde el primer día decimos que se tienen que presentar candidatos viables. No, se lo digo porque yo creo que a todos nos conviene ser conscientes de los márgenes de la acción política. Y como todos nos llenamos la boca –y supongo que lo hacemos sinceramente– de las palabras «convivencia» y «respeto», la convivencia y el respeto nos exigen el estricto cumplimiento de la legalidad. O, dicho de otro modo, rompiendo la legalidad rompemos la convivencia e impedimos la política.

Es verdad que también querríamos –y usted lo ha dicho también en su intervención– un diálogo provechoso con el Gobierno de España. Yo creo que este diálogo, presidente, exige respeto a la legalidad y respeto a la separación de poderes. Es decir, no pretender pedir, exigir, reivindicar ante un poder del Estado lo que le corresponde a otro. Sobre el respecto a la legalidad hemos oído ya mensajes equívocos e incluso contradictorios. Cuando la portavoz del Gobierno vuelve a poner sobre la mesa la unilateralidad, ¿que está haciendo? ¿Nos está diciendo, como se ha dicho ya desde esta tribuna, que harán lo que hicieron durante los últimos cuatro meses de 2017? No hace tanto tiempo, de aquello. Y, por lo tanto, lo que es imposible es desconocer el coste y las consecuencias de la deriva unilateral e ilegal de la anterior legislatura. Y, por lo tanto –y permítame la pregunta–¿pretenden poner en marcha las previsiones ya anuladas de la Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república? ¿Es esto hacer república? O, si lo quiere, más genéricamente: ¿qué entienden ustedes por «hacer república»? ¿Piensan seriamente que se puede negociar tomando como base la votación del 1 de octubre? Nosotros creemos –y no creemos estar solos en esto– que empezar aquí es equivocarse.
Ya sabe que en el debate de investidura le insistimos –y no querría hacerlo más, porque creo que usted en esta cuestión fue claro– que es usted y nadie más el presidente de la Generalitat, y que el Gobierno de Cataluña es el que se sienta hoy aquí, en este primer banco del Parlamento, y ningún otro; y que su legitimidad deriva de una votación parlamentaria que se fundamenta en unas elecciones establecidas en el Estatuto y la LOREG y, por lo tanto, amparadas en la Constitución. Y demasiado a menudo nos hemos perdido en juegos de palabras, creando equívocos y fantasías que han confundido a la opinión pública y que, a veces, y en último término, han comportado la intervención de nuestras instituciones de autogobierno y elevados costes personales, de los cuales tenemos buena prueba en algunos escaños vacíos de este hemiciclo. Tenemos ahora la posibilidad de hacer las cosas de otra manera; no digo de renunciar, no digo de rendirse, no digo de cambiar de ideas, no estoy diciendo esto. Pero sí que estoy hablando de hacer las cosas de otra manera y de reconocer algunas cuestiones que, efectivamente, los días 6 y 7 de septiembre del año pasado fueron desconocidas. Reconocer que el cambio de las reglas del juego requiere una amplia mayoría, requiere el voto favorable de al menos noventa diputados y diputadas, porque así lo establece el Estatuto, no porque nos lo haya impuesto Madrid. Yo creo, presidente, y quizás no es el momento de hacerlo, pero creo que haría falta un compromiso solemne de renunciar a imponer un nuevo marco institucional que no tenga al menos el apoyo que la reforma estatutaria reclama. Yo creo que esto sería un elemento de confianza, de tranquilidad, de estabilidad. Convendría. Porque también es cierto que demasiado a menudo se presenta la cuestión en términos de conflicto entre Cataluña y España. Pero esto olvida la división por mitades entre los mismos catalanes. División de opinión. No estoy hablando, como veces se dice, de una fractura irresoluble, de una ruptura de este «un solo pueblo»; pero sí una división sobre cuál es el camino, cuál es el futuro a conseguir. Y, por lo tanto, incluso una negociación con el Gobierno de España puede ser favorecida a partir de un amplio acuerdo más transversal. ¿Esto quiere decir que el Gobierno no puede negociar por sí mismo? No, no, no estoy diciendo esto; lejos de mi voluntad.

Y quiero aprovechar este momento para agradecerle que haya convocado ya una ronda de contactos con los grupos parlamentarios a partir de este mismo viernes. Usted tiene toda la legitimidad para establecer el imprescindible diálogo con el Gobierno de España. Pero me permito decirle, señor presidente, que su posición será tanto más sólida cuantas más sensibilidades sea capaz de representar. Me parece que lo podría decir aquí o en cualquier otro lugar. Ahora –vuelvo sobre ello–, una negociación que pretendiera, que pretenda cambiar las reglas del juego, cambiar el marco institucional, esta sí que requiere un amplio consenso previo en Cataluña. Y, en nuestra opinión, no vale utilizar procesos participativos, procesos constituyentes, para obviar que tiene que ser este Parlamento el que, por una mayoría de al menos dos tercios, tiene que plantear los procesos de reforma institucional.

Por otro lado, cabe recordar que el Tribunal Constitucional ya anuló las conclusiones de la Comisión de Estudio del Proceso Constituyente en la anterior legislatura. Y, por lo tanto, nosotros siempre recomendamos no volver a cometer los mismos errores. En todo caso ensayar algunos nuevos. Probablemente tenemos que empezar este diálogo aquí y fuera de aquí por cuestiones menos ambiciosas y tal vez más concretas, sin renunciar a los objetivos finales de horizonte que tenga cada cual. Pero aquí tenemos desde la financiación pendiente; las leyes recurridas ante el Tribunal Constitucional, de las cuales usted mismo habló en el debate de investidura; las demandas pendientes que planteó al Gobierno de España el presidente Mas primero y el presidente Puigdemont después, y tantas y tantas cosas que permitirían mejorar y ampliar nuestro autogobierno y nuestra financiación, nuestra dotación de infraestructuras estratégicas y nuestra capacidad de intervenir en decisiones que finalmente nos afectan, se tomen en Madrid o en Bruselas. Nosotros queremos animarle a iniciar este camino. Y si lo estima conveniente estamos en condiciones de contribuir con ideas y con apoyo. Cuántos más apoyos tenga, más posibilidades tendrá de ir avanzando y de ir consiguiendo resultados concretos.
Hemos insistido a menudo en el carácter institucional de la presidencia. El presidente surge de una mayoría parlamentaria concreta, ciertamente, pero tiene que aspirar a representar el conjunto de la sociedad catalana. Se lo digo de otro modo: usted puede llevar el lazo amarillo, pero con su actuación los que no llevamos el lazo amarillo nos tenemos que sentir representados, sobre todo cuando usted dice hablar, o cuando usted diga hablar en nombre de toda Cataluña, de todo el pueblo. Sé que es difícil, pero es mi obligación pedirlo y plantearlo. Nosotros estamos dispuestos a que todo el mundo exprese con libertad su planteamiento, pero al mismo tiempo queremos exigir la neutralidad del espacio público y de las instituciones. Tendremos que seguir hablando y tendremos que ver en qué se concreta todo esto para no violentar las sensibilidades y las opciones de cada cual. Ahora bien, usted también es el jefe del gobierno.
A veces se ha hablado de esta doble dimensión de la presidencia de la Generalitat, institución en sí misma y símbolo, y también jefatura de Gobierno. Como jefe de Gobierno, estamos esperando a que los consejeros presenten sus planes en comisión para poder hablar. Yo lo que le quiero asegurar es nuestra predisposición a colaborar desde la oposición en aquellas cuestiones que podamos compartir. Nosotros queremos demostrar una cosa que es muy difícil, que es que se puede, haciendo una buena oposición, mejorar la acción de gobierno. Y esta es la voluntad de nuestro grupo. Gracias.
Réplica al presidente
Gracias, señor presidente. Señoras y señores diputados, muy honorable presidente: ya anuncio que los cinco minutos se me harán cortos, porque el presidente ha tenido la bondad de hacerme unas cuantas preguntas, y no me gustaría dejar ninguno sin responder. Yo creo que este hemiciclo es para hablar, para compartir, para contrastar, para ponerse de acuerdo y a veces sencillamente para discrepar. Querría dejar clara una cosa desde el principio. ¿Qué piensa Pedro Sánchez? Espero que pueda tener bien pronto la ocasión de poderlo compartir con él, y no me gustaría suplantarle: «Moi c’est moi, lui c’est lui.»Y, por lo tanto, hable usted con él. Pero, sí que me atrevo a decir, sin, creo, riesgo a equivocarme: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, defenderá la integridad territorial de España y la vigencia de la Constitución en todo el territorio. Es su obligación.

Usted decía: «PSOE 1974, autodeterminación.» Sí, y en 1978: Constitución. Usted me pregunta: «Derechos civiles y libertades.» Para nosotros, esto es Constitución y legalidad. Que se pueden modificar. Evidentemente. Y para modificar una ley, ¿qué se tiene que hacer? A través de los mecanismos que la misma ley incorpora y a través de las mayorías necesarias para hacerlo. En Cataluña: dos tercios. Sin dos tercios, no se tiren por el barranco. Yo, es un pequeño consejo que doy, que no me lo han pedido.

155. ¿Quién es responsable? Quién decidió saltarse la ley, y activó una previsión constitucional. Ya sé que en esto no estamos de acuerdo, pero, de todos modos, a usted…, creo que le va bien que alguien se lo recuerde. Yo tengo, como llevo muchos años en política, muchas cosas que pienso que no hice bien, o que me equivoqué. Una de las que pienso es que quizás no insistimos lo suficiente en el desastre que se produciría si se seguía por el camino que ustedes habían decidido emprender. Y, por lo tanto, esta vez no quiero hacerme este reproche. Y, por lo tanto, aunque sea a riesgo de hacerme pesado o de repetirme demasiado, no lo dejaré de decir.

Leyes suspendidas. Presidente, usted seguramente lo sabe, pero, si no, lo vuelvo a poner sobre la mesa. Antes de presentar un recurso de inconstitucionalidad, el Gobierno de España y el Gobierno afectado, tienen un procedimiento de negociación. Después, es algo más complicado, pero esto no quiere decir que no se pueda volver a hacer, porque, efectivamente, se puede volver a presentar una ley al Parlamento. Y yo recomendaría, modestamente, ensayar, en el caso de leyes ya suspendidas, este procedimiento previo de discusión, porque si se acercan posiciones, y yo estoy de acuerdo con usted, con temas que son competencia de la Generalitat y políticas públicas sobre las que la Generalitat tiene que tener capacidad de actuación, vale mucho la pena encontrar el camino que lo permita. ¿El Gobierno de Cataluña puede actuar contra la pobreza energética, contra la emergencia habitacional? Si. Tiene que hacerlo, y tenemos que encontrar la manera de hacerlo, porque, por encima de las cuestiones competenciales están las cuestiones políticas.

Más cosas. Borrell. Mire, escúcheme, primero, es ciudadano de Cataluña. Es un catalán de La Pobla. Es el hombre con el que, cuando fue presidente del Parlamento Europeo, el catalán logró el máximo uso a la cámara. Es verdad que muchos querríamos que fuera lengua oficial, pero el Parlamento Europeo nos dice –nos dice–: «háganlo oficial primero en su país y después viene aquí y me lo explica.» Y, cierta razón la tienen, y por lo tanto no proyectemos algunos problemas que, ustedes ya lo saben, el mundo nos mira, Europa nos espera, etcétera. Bien, algunos problemas quizás que primero los resolvamos aquí. Decirle, de todos modos: me ha animado usted y mañana con mucho gusto iré a toma de posesión de un magnífico ministro de asuntos exteriores de España, y amigo mío, que se llama Josep Borrell.

Sobre el tema del exilio. Mire, por mí el exilio es el que se produjo, efectivamente, cuando usted lo decía, a la República, el que llevó tantos catalanes a los campos de Argelès. Es un exilio después de una guerra civil, producto de un golpe de estado fascista, militar, contra una Constitución. Es verdad que no encontraríamos, quizás, mecanismos de denominación común del fenómeno que se ha producido con compatriotas nuestros que han querido marchar para intentar rehuir la acción de la justicia, digamos cómo queramos, pero yo no diría «exilio», porque me parece que es desmerecer, que es desfigurar el exilio que, ese sí, los catalanes sufrieron a partir del año 39. Pero, esto es cosa suya.

Consejo de la república. No es que no lo acabemos de ver, es que estamos radicalmente en contra. Nosotros le dijimos: usted tiene algunas obligaciones. Una de ellas es no erosionar nuestras instituciones de autogobierno. Y por nosotros, cualquier sucedáneo erosiona el prestigio y la autoridad de nuestras instituciones.

No ha hablado, hoy, de la asamblea de electos. Mejor.

Finalmente: ¿república? Para mí, república es ciudadanía, es derechos, es aspiración de igualdad y de justicia. Aquí nos encontraremos, seguro.

Y, Prat de la Riba: desearía fervientemente, presidente, que dentro de unos años su obra de Gobierno tuviera el renombre, el prestigio que logró la obra de Gobierno de Prat de la Riba. Gracias

Acerca de Miquel Iceta

President del PSC i Ministre de Cultura i Esport del Govern d’Espanya

Publicado el miércoles 6 junio 2018 en Política. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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